martes, 6 de octubre de 2009

Lapizerdos

¡Ya me cayó el chahuiztle! No encuentro en este inmenso cajón un jodido lápiz con goma. Encuentro unos cortos, otros largos, alguno mordido, ninguno con goma. Busqué donde las plumas son colocadas y hallé uno sin goma. ¿De qué sirve un lápiz sin goma?



Entonces busqué algún lápiz con goma que hubiera visto por ahí. Ni uno. ¿De verdad existe tal cosa? Comencé a recordar que este cajón siempre tiene lápices sin goma. Caigo en cuenta que mis pensamientos son absurdos. En las papelerías se desbordan los lápices inmaculados. Comprar uno y patatín patatán.



Y llego a la papelería y pido un par de lápices. El tendero pregunta:

-¿Lápices?

- Si (contesto nervioso), si, con goma, dos.

-¿Con goma?

-Sssí

-Se acabaron

- ¿Cómo?

- Los descontinuaron, ahora sólo tenemos lapizerdos. Son óptimos para las pantallas de plasma sensibles al tacto. Las hojas de papel ya sólo se hacen artesanalmente para los pocos pintores rústicos. ¿Que no está en contacto con la realidad amigo, en que siglo vive?



Entonces volteo y me percato de lo largo de la barba canosa. Por fin veo lo anticuado de mi ropa. Veo que todo es digital. ¿Dónde he estado estos últimos 20 años? Regreso al hogar. El hogar de siempre entre torres digitales cromadas. Veo mi Pentium 3 y suspiro. Busco en la red: 3:06 p.m., 6 de octubre 2035. Busco información sobre los lápices. El primer y el último lápiz me interesaban sobre todo. Debemos los lápices a Josef Hardtmuth (20 de febrero de 1752, Austria). Perdón, debíamos. Del último lápiz no se sabe nada.



Me encontré con que el lápiz más caro del mundo fue realizado en el 2001 al conmemorar el 240 aniversario de la compañía Graf von Faber –Castell. Costaba en ese entonces 9 000 euros. Su valor aumentó con el deseo posesivo de los coleccionistas. Se hicieron sólo 1761 unidades. Número que corresponde al año en que se creó la marca. El lápiz se realizó con madera de olivo de 240 años, en oro blanco y con tres diamantes en la tapa. Todo esto absurdo pero cierto en tu realidad. Incluye sacapuntas y un bonito estuche.



En fin. Ya sin goma para borrar lo que estaba escribiendo, tuve que comenzar a escribir en mi Pentium 3. Mis ojos no estaban acostumbrados y lloran. ¡Cuántos años con la Pentium guardada! Con los ojos cristalinos escribo: “Antes los lápices inspiraban metáforas, algo literario. Recuerdo que Borges nos habla de un lugar donde, sí uno pierde un lápiz, avisa a otro para que le ayude a buscar, luego encuentra el lápiz y no le dice al otro que sigue buscando, entonces el otro puede encontrar dicho lápiz. Resultando así dos lápices idénticos. Esa es la lógica…

“Ahora los lápices sólo pueden encontrarse como chácharas antiguas. Malditos lapizerdos (una lágrima escurre suavemente por mi mejilla). ¡Qué me importan los diamantes! Sí tan sólo este lápiz tuviera goma…”

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