martes, 28 de junio de 2011

Olor a Caño


Indagamos el humo mortuorio entre la lluvia y la tarde, entre el fuego y el sudor, entre el vino y el entierro. Coladeras sempiternas por las que pasamos como espectros renovados. A veces el óbito del ábito nos arañara con una flor, como si el verdugo de la noche nos fusilara con la mañana. Vestidos de forma especial para la ocasión especial con las personas especiales el día de nuestra muerte especial. Esperamos que pase el tiempo con la esperanza de que alguien reconozca nuestra calavera en el baúl de los huesos. ¡In the mood!

Silbidos blandos resuenan entre ladrillos de agua.  Paseos transoceánicos con zapatillas de petróleo. Huyendo donde el tiempo se adelanta al futuro, donde el vaho de espuma invade nuestros pulmones. Rodajas de naranja rodamos jugosos. Arrojamos como piedra sobre el agua nuestra salvación. Nadamos a recogerla para encontrar la bota de un vagabundo que llegó al final del mundo.

Impávidos y relucientes como olas caribeñas que surcan la noche. A la espera de un presente futuro, de un futuro pasado, de un fortuito encuentro. Nos resbalamos en llamaradas heladas alicientes del silencio. Nos zambullimos en zumbidos de gardenias, de amapolas. Nos destazamos con pétalos cocidos a la espera. Batimos el suspiro en licuadoras licitadas por espejos. Y aunque sabemos que la esperanza es la madre de los tontos, arrullamos la imagen de la palabra más ambigua.

Donde el incienso aún huele a juventud, embriagamos el aire para caer como un alarido. La ropa desciende inframundo a las pasturas polvosas del no me acuerdo. Circundamos las sombras amenazantes para que nos digan algún secreto. Manoseamos con la vista las el deseo de andar alado. Sonreímos a la insipiente sala de espera. Incentivos de fuego, de piernas, de senos. Un cheque en blanco que deseo cobrar en el infierno.


domingo, 29 de mayo de 2011

Cinefilias

Inumerables imágenes van transcurriendo
escuriendo las pupilas
Sonidos vagos van entrelazando
la emoción palpada a la palpitación
Un ciego abre los ojos
un escucha se vuelve sordo
Cinco segundos son eternos
volando pasa una hora

Un clímax cataplasma se embarra en las pestañas

Si después de esto seguimos vivos o cuerdos
habremos cruzado el río
para dejar atrás la barca de los sueños

martes, 26 de abril de 2011

Tres noches

Perdí el rumbo de mis vocales. Pude encontrarlo entre el humo y las botellas vacías. Ahí me perdí, en el derroche de mis sílabas intoxicadas.

Recuerdo tu perfume, murmuro de piel a mis dedos. Mis palmas rozaron la ceniza del tabaco. Me atraganté con el llanto.

Me diseco y disecto mis órganos internos. Los pongo en hilerita y con un bostezo los contemplo. Busco el silencio eterno al menos por un minuto.



La noche es oscura para perderse mejor

El único éxito es el exilio de las expectativas

Pelos submarinos atan la cordura a un ancla de unicel



 Quisiera tanto bañarte en mi tacto
arremeter con mis ojos la condena de tus nalgas
guardar nuestros labios en un baúl y tirar la llave

jueves, 14 de abril de 2011

Calles

Cántaros incontenibles se deslizan a través de la inocencia. Las paredes se desmoronan dejando un olor dulzón y quemado. ¿Acaso los transeúntes notarán algo cuando uno camina pensando en las mil posibilidades de la palabra? El sopor de las avenidas transitadas se eleva hasta los párpados. Me viste de cerca. ¿Acaso notaste mi presencia? Escucho que los ojos perdidos intentan encontrarse con otros. ¿Encontraremos ahí  el vacío de los cuerpos? Las mil y un condenas no son más que espermas suicidas, óvulos condenados a la horca. Pasan los días, las noches se quedan un rato, no más. Los sueños escapan entre mis uñas desgarradas. Intentando encontrar un rinconcito cómodo, placebo. No hay tal. No hay lugar para descansar. Sólo seguir adelante en este geoide imparable. Moviéndonos a velocidades insospechadas. Surcamos los suspiros del universo. Olemos el vaho que se desprende de las estrellas… intentamos tomarlas por las nalgas y nuestras yemas quedan tostadas. ¿Para qué esa tentativa vana de aprisionar lo fortuito? Vagabundos de la única realidad plausible, la que nos traga y devora transformándonos sin cesar. Intento buscar aunque sea una señal estática y cuando lo hago ya se ha borrado. Ahí estamos todos parados en la orillita del infinito sin dar el salto para perdernos en... Extraviados desde el principio en ideas masticadas. Nos venden nuestra forma de ser y muchos la compran a un precio demasiado caro. Otros la buscamos gratuita. No en la admiración o desprecio de algunos. Sino en el silencio de los incontables.

martes, 22 de marzo de 2011

Una mañana pubescente

Siempre me pasan cosas raras. Y siempre la gente dice que le pasan cosas increíbles. Todos quieren hacerse los interesantes. Pero de verdad a mí siempre me pasan cosas extrañas. ¿No me crees? ¿Crees que exagero? ¿Crees que te hablaré de cómo me volví compañero de borracheras del Papa? ¿Crees que acabaré contándote cómo me lo monte por más de tres horas y me vine en la hora más sacrosanta de la mañana? Na.

Mi historia es simple, pero es rara. ¿Sigues sin creerme? ¿Crees que acabaré narrando el encuentro con el fantasma de mis abuelos mientras monto al Papa?  Na. La verdad empiezo a dudar de lo anormal de mi historia. Seguro a mil les ha pasado.  Está bien. Mi historia no es tan genial.  Es una experiencia bucal. Y no se la mamé a ninguna santidad ni a ningún fantasma. No tiene que ver mucho con la pedofilia eclesiástica, o tal vez sí.  

Lamentablemente no sé si sufro de la memoria. Como no convivo con la gente mucho tiempo nadie lo ha notado. Como sea. Mi historia puede que hasta sea normal. Tal vez la has experimentado más de una vez. Probablemente desde los tiempo más arcaicos a la gente le pasaba, de forma cotidiana, una o dos veces por semana.

Pues, en la mañana de hoy abrí los ojos, cosa rara. Volteo y no veo más que el silencio. Al ir bostezando me doy cuenta que en mi boca hay algo extraño. En mi cachete derecho se alojaba algo que jamás había sentido. Era la sensación que te dejan los pelos de una muchacha entre los diente cuando le haces sexo oral, pero con una intensidad mayor y más extendida. Poco a poco fui moviendo los músculos bucales. Contrayéndolos intente sacar lo que ahí se alojaba. No pude conseguirlo. Quise usar mis dedos, pero su dureza compacta y tamaño no me lo permitieron. Desprendí un poco de su materia. Entre mis dedos, anidados, un gran número de pelos púbicos decolorados. Por Dios, ¿qué he hecho?

domingo, 20 de febrero de 2011

Dormingo

Entre violentos asesinatos, secuestros y suicidios; las flores crecen, las aves cantan y las cervezas se abren. Entre el miedo y la sugestión quieren tenernos sin actuar. Corremos libres, dispuestos a morir si el destino así lo dispone.


Hermosas metralletas son pintadas por niños de guardería. Colores vivos, flores y contrastes rayoneados. Un pequeño se mete el cañón del arma en la boca. Luego lo saca y sonríe a una niña  cuya frente es cubierta por una bella melena rizada. La pequeña sonríe con una bala en la mano. Al otro extremo la sangre ya seca de sus madres y las bolsas con víveres regados.

No hay salida, nunca hubo entrada. Sólo hay laberintos universales llenos de átomos que se divierten acomodándose en la inmensidad del vacío. La nada es su piscina. Su diosa la entropía.

¿Nuestro universo ataca a la diarrea con homicidios!

Un plan más extraño sería el de confeccionar moralidades. 
Sería un trabajo muy bien pagado si llega a la praxis.
Diseñar morales para estados decadentes.
Para políticos-narco-empresarios.
Confeccionar unas tangas de ética para científicos.


Corre que te alcanzo. Voltea a tu alrededor, todo ha cambiado. Escalas se superponen. Y el hombre como jugando con el Universo imagen, su razonamiento un photoshop que va poniendo capas, capas que son teorías y al mismo tiempo cubren los hombros de los superhéroes corruptos…. Y, y , y , y… nos quieren hacer creer que… como si todo fuera… pues a lo más una copia de una copia de una copia de una copia malhecha.




Nel.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Meteoros citadinos I

(Todos los hechos son verídicos)


Un romance encarnizado. Se balancea sobre él. Lo abraza. Lo huele, tal vez, sin darse cuenta. Acerca su boca hasta rosarlo. No importa que sean un hombre y un tubo. Lo aprieta metàlico. Se balancea sin saber que tiene herpes.


Una feroz lucha se desata. Un brazo y un culo compiten por un tubo. El codo entre las nalgas mientras el tubo se sonroja por su caracterización de cuadrilátero helénico. Finalmente un gas se escapa. El culo resulta vencedor luego de tres estaciones, de Guerrero a Balderas.


México, D.F., 21 de diciembre.- Alrededor de las 7:10 pm del día de ayer un estruendo sacudió la entrada de la estación del metro Garibaldi. Al voltear me percaté de un tipo con una pistola que apuntaba a otro. Dos señoras vestidas de rojo y rosa corrieron gritando desesperación. Tomé su ejemplo cinético y me alejé de la circunstancia. En los torniquetes la situación era normal. Alarmado y con la voz entrecortada avisé al policía en turno. Hoy al pasar por mismo sitio sólo había un rastro de sangre.


Una enfermedad salvaje ha atacado los recovecos más intestinales de Jorgito. Se levanta de su asiento y cual fuente putrefacta arroja cuantiosas raciones de vómito. Un tipo que recién comió carnitas sigue su ejemplo. Los pasajeros de las siguientes dos horas los recordaran aunque su rostro sea una fantasía emética.


Un tipo espera ansioso al metro. La gente se arremolina. De repente, desconocida junto a él,  su esposa futura, el divorcio venidero.