martes, 20 de abril de 2010

Un canto de mar

Caminando tranquilo
se van coloreando las pupilas con llamas de sol
que recorren mis venas girasol
incendiando de vida tornasol

El torbellino que viene lejos
Que va lejos
Que se fue lejos
enfría la lumbre del latido cansado

Ya no veo los luceros
mas que escarbando la tierra
entre polen y espinas
entre colmillos y veneno

Las lágrimas del mar a la cara
El recuerdo se lleva al tiempo
La vida se abalanza como cálido sexo
Todo se derrumba para volver a construir

No hay conclusión
La sangre va
El amor va
La flor va
El instante va
La vida va

El final vuelve a empezar

domingo, 11 de abril de 2010

La bebida esquizoide

Borracheando un día que parece viernes me tropiezo con una botella. La garrafa parece antigua. Busco en algún lugar la gradación alcohólica. No la encuentro, eh. La lógica me lleva a probarla. Glup glup. El sabor es un poco añejo, un tanto amargo.

Cuando voy a dar el tercer trago una voz suena muy bajito pero estridente. Me detengo. Ah chinga… Volteo, no veo nada. Chale, ni estoy pedo y ya oigo voces. Debo armarme de fuerza para beber a pesar del aumento en sonoridad y desgarró. Ya no fumaré tan temprano que luego luego ya ando todo pasoneado. Trago largo. Cof cof cof. Qué mierrr… Cof cof.

Ahora no puedo hablar, cof cof. Sólo mi voz en la cabeza. Tranquilízate. ¿Qué chingados pasa? !Qué es esta mierda¡ Meto mi dedo al fondo de la garganta. ¿Qué es esto? Saco, pequeñito y negro, un zapatito con una elegante agujeta. Un escalofrío invade mi cuerpo.

Intento sacar el objeto o la cosa que ahí se atora. No puedo a pesar de mis esfuerzos. Lo más que pude fue distinguir dos piernitas que ahí se unen pequeñitas, diminutas. Ya los dos piecitos sin zapato y el dedo escudriñando. Mierda. Qué carajo pasa. ¿Me estoy comiendo un muñeco desfigurado, un pequeño enano o un sapo muy refinado? La desesperación comienza a invadirme.

De pronto recuerdo que algo similar me había pasado. Una vez en la nariz cuando fumando estaba y una en la oreja cuando me rascaba. !Ah claro¡, pus si se atoran segudido estos cabrones.

Saqué al geniecillo de la mona maravillosa. Buenas tardes señor duende. Aquí están sus zapatitos. Es el tercero que conozco. Disculpe usted. A veces cuando voy para sus lares se me olvida de dónde soy y los invito a pasar. La verdad es que me he querido quedar a vivir en su patria. Todo es raro ahí, tanto como yo. La gente no cree que exista un lugar así. Creen que lo que ven es todo. ¿Señor duende me está oyendo?


El pequeño ente está tumbado, recargado en la pared. Lo veo y me recuerdo tirado hasta las manitas de borracho, de pacheco, de chemo. El duende se reincorpora. Se voltea y ve directo mis ojos. Se sube a la botella y dice que me acerque. Al oído susurra con una voz embriagada: “perdón por traerte aquí, es que ando bien puesto”. Agarra de mi mano un cacho de mona, se da un pase y entra a la botella. A veces me pregunto si soy el que los ha traído o son los que me han llevado

martes, 6 de abril de 2010

1001 y 1

Nada basta en lo insoluble

Ni una palabra explica lo insondable

Tropieza con el centro en cualquier lado

El vacio sólo permite extendernos
como brizna de cálidos vientos

No hay lugar para el desprecio

Arroja el tiempo aunque le pongan precio

Ego de vidas pasadas
Las huellas son pesadas
y se hunden en estruendos

De cada callo nace primaveral
el fruto de la verdad