viernes, 13 de noviembre de 2009

El milagro

Entre romillos y romeros venía la brisa veraniega que cada mañana empapaba la puerta de la iglesia. Al principio se murmuraba que el lago ya estaba muy sucio y por ello la brisa cada vez olía peor. Sin lugar a duda la risita se escuchaba a lo lejos.

Otro domingo por la mañana y la puerta igual que siempre, con esa brisa de sal y pescado. Dos horas de misa sin parpadear y el mismo olor ácido. ¿Alguien se ha empapado en brisa semejante?

Cuantas semanas sin cerrar los ojos. Luego llegó el otoño. Las brisas disminuyeron, pero el olor iba en aumento. La misma corriente mojando con su fétido ungüento las puertas del templo sacrosanto.

Un domingo más pero ya de invierno. “¡A qué pinche brisa si la tierra está reseca!” Ya todos se preguntaban el origen de aquella brisa renovada. El padre usó, extrañamente, el método científico de primaria y concluyó que la brisa sólo venía los domingos por la mañana aunque todo estuviera seco. ¡Milagro!

Ya declarado como milagro una señora raspo la brisa. La mezclo con la infusión de la abuela. Dio de beber al crio. Al siguiente día se curó. ¡Milagro!

Entonces el padre se dio cuenta del poder de comercialización de la brisa. Comenzó a vender la raspadura en mil pesos el miligramo. Ni el pan caliente hubiera sido devorado en época de hambruna de esa forma.

Así el milagro se esparció en los pueblos y llegó al oído de un chacal de alguna televisora enajenante. Y resulta que contactaron al padre. El padre acepto programar la aparición de la brisa en TV. Las cámaras llegaron el sábado y se instaló todo. A la una de la madrugada del domingo comenzaron a filmar, de lejos pero con claridad, al sitio milagroso.

A las dos de la mañana los muchachos de producción se impacientaron y fueron a chupar a una cuadra. Bebieron un tanto y conocieron al tipo más aguantador. Maravilloso tipo que balbuceó miles de historias jocosas.

Como a las cuatro regresaron a seguir filmando. Nada había pasado. Pasó una hora más. Media más. Todos estaban dormidos y las cámaras filmando. Se escucha a lo lejos el crujir de una puerta que abre, cierra. Risitas con hipo. Unos pasos. Un domingo y un chorro en la esquina.

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