miércoles, 13 de octubre de 2010

Escozor

Como gatos, los histriónicos solares erizamos nuestra piel nocturna. 

Las columnas que se creen cimientos ya no pueden con el techo. Son viejos, se creen sabios y no construyen más que el refrito más grisáceo de la imaginación. Mientras tanto hemos dejado atrás el punto final de la construcción. De hecho dejamos siempre la obra incompleta, sin techo que tape el cielo.

Las palabras de los genios se escuchan entre cinco y diez minutos, unas seis veces, en un buen día. No todos los días el hombre se viene genio.  La mayoría de los “grandes” no son más que mitos. Su peor condena es ni ser genios ni sabios ni esclavos ni poetas ni dioses ni guías ni miedo ni siquiera nada. Puro intelecto, puro chiste ya contado. Las anécdotas clásicas , puro círculo bien cerrado. Pura pena y la admiración de las columnas y sus techos de mármol. 

El único temor es que el tiempo arranque la piel de gato y me cubra con cemento.

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